Casi las dies de la mañana y aún tengo sueño. Una vez más llegaré tarde al trabajo. Theo juega con un gato negro de madera pequeño que me han traido desde Guadalajara. El sol invade la casa y el olor a Café Guatemalteco también.
Me han llegado dos cartas una del banco y otra de una organización LGBT. Ninguna de las dos serán abierta. Quedarán en la pila de cartas sin abrir. Ni me interesa saber cual es mi balance en mi cuenta de cheques ni me importa asistir a ningun evento de la comunidad LGBT. Dos cosas que hasta hace poco tiempo me quitaban el sueño: el dinero y la comunidad.
Mi compañero de trabajo se pregunta como es posible mi sobrevivencia económica. La fórmula está en que no nací en US. Por lo tanto sé de crisis jodidas, de economía doméstica y de vivir sin tarjetas de crédito. Aunque podría ser un inmigrante de esos que presume sus motos para el agua, su auto convertible, y sus ropa de marca por skype cuando se conecta a hablar con sus familiares y vive en un cuarto con seis paisanos y se alimenta de las latas del 99 store.
De última uno elige lo que quiere vivir.
Mi vecina pregunta por qué razón me divorcié del activismo comunitario. En realidad no encontré la diferencia de trabajar para un partido político tradicional o de izquierda y una organización non profit lgbt. Digamos la misma mierda pero con diferente collar. Claro que para reconocerlo uno tiene que estar muy metido y ser muy crítico no solo de los demás sino de uno mismo.
Para algunas (os) soy una simple traidora, mentirosa, homofóbica, capitalista, vendida con falta de compromiso y algunos adjetivos calificativos más. Para otros soy digna de admiración, mujer sin pelos en la lengua, que no escatima a la hora de crecer, y algunas adoratrices piensan que soy como la lesbipachamama que merece su propio santuario.
Bien, ¡que manera de desilucionar a la gente!
Cuando me enamoré en mi adolescencia de "Las flores del mal" profetisé en alguna manera mi futuro: una fuerte atracción hacia la belleza que los demás ven como mierda.
Eso simple, "Las flores del mal".
Enamorarme de putas, ser amiga de drogadictos, amar el sistema en que vivo sin caer en sus redes, deslumbrarme por la belleza ilusoria de un Hollywood en decadencia, escupir a los activistas de doble discurso, tener sexo con mujeres casadas, olvidar el himno del país en que nací, colgar la bandera del enemigo, blafemar contra el catolicismo, el papa y el presidente negro, importarme un carajo que existan mujeres presidentes y encima lesbianas, medir con la misma regla a un cura que a un asesino en serie, vivir con 10 dólares una semana, tomar vino de lujo y vino de caja, pisar una alfombra roja y pasearme por callejones oscuros donde las pandillas hacen juego con los gatos negros que escapan de los botes de basura, escuchar Hooverphonic y también los nacos de zacatecas, escribir sobre Paulina Rubio y entrevistar a Café Tacuba, hacer de Facebook mi comunión y de la Biblia un periódico barrial...y más y más y más
Está todo dicho de mi en la red. Mentiras y verdades.
Pero saben? tengo una sola vida. No es que sea ezquisofrénica ni sea lesbiana de closet. Quien escribe aquí es la misma persona que dentro de un ratito estará corrijiendo matemáticas en un salón de clases y a la cual le llamarán Ms. Y en los ratos libres mirará el trasero de alguna linda mamá que suele ir a buscar a sus niñas a la escuela, también verá a su ex mujer ir a recojer a sus hijas a la escuela y espantará fantasmas personales cambiando la mirada de lugar,
y a la noche se cambiará de ropa y estará cantando "ya me voy..." en el concierto de Ceci Bastida con un wisky en la mano y también mirará el trasero de todas las mujeres lindas que se cruzén por sus ojos y confirmará que el dinero va y viene y que el activismo empieza por vivir con sinceridad lo que uno quiere vivir sin hecharle la culpa a los otros ni querer arreglarle el mundo a nadie con nuestra supuesta única verdad política-religiosa.
Y ahora sí,
AMEN.