jueves, 27 de noviembre de 2008

Ironías de algunas historias.

La historia me ha contado, que la pobreza fue postal rutinaria en la vida de varios genios. Que la demencia y la depresión durmieron a sus costados cuales fieles compañeras de alcoba. Que sus cuadros no lograron venderse hasta después de su muerte; que sus escritos no lograron ser publicados hasta un golpe de suerte. Que fueron abandonados por sus mujeres, por no tener dinero...

Mi presente reúne alguna de éstas circunstancias con la diferencia que no soy un genio.
Y aún así, decido escribir mi propia novela.