viernes, 5 de diciembre de 2008

Asumo qué

he armado y desarmado mi vida varias veces.

Como en una mudanza he llevado cicatrices viejas de un lado hacia el otro. Y en cada casa nueva, las culpas siempre han ocupado los rincones.
Nada me es ajeno.
Cada recuerdo es mío y cada fotografía mental del pasado me pertenece.

Hasta el agotamiento he amado rostros, palabras, prescencias. Y las ausencia han permanecido como fantasmas metidos entre mis huesos.
La ausencia del amor, el descuido de mi...nada, absolutamente nada, me es ajeno.