miércoles, 10 de marzo de 2010

de una estúpida manera de querer

Por años quise conocerte. Mirarte a los ojos e invitarte a tomar un café. Por años seguí tu pasión de ser quien eras, una mujer que llamaba las cosas por su nombre y le daba voz a muchos como yo.

La primer fotografía de tu rostro la encontré en un periódico viejo. Estabas lejos, en otro país y en otra vida muy diferente a la mía. Busqué entre mis cosas alguna manera de llegar hasta tí, lo intenté y el silencio fue la respuesta.

Un día sin saber ni cómo un enlace nos cruzó.
Supongo que la curiosidad fue la artífice de tu acercamiento. ¿El mío? ese estúpido espíritu adolescente que lleva a enamorarnos de nuestros maestros. El enamoramiento que comienza con admiración y se pierde en ausencia.

No existió café ni vino ni cena. No hubo caminata ni baile ni fiesta. Aún así existió un apretón de manos húmedo y nervioso con una sonrisa de alegría y curiosidad en tu rostro. Con la duda del estar soñando o viviendo la realidad en mis ojos.

Nunca creí en los milagros. Siempre creí en la tenacidad de dejar hasta la vida por alcanzar un deseo. Y los pedazos de vida se me esparcieron en mensajes a los cuales la costumbre te llevó a leerlos y la mayoría de las veces, responderlos.

En una maraña de letras los sentimientos se convirtieron en olas. Iban y venían. Y en su vaivén, la cercanía y el rechazo se mecían como un niño que no quiere dormir pero al final le vence el sueño.

Nos dijimos cosas y otras las callamos.
Nos abrazamos algun día y la mayoría de las veces reímos.
Nos encontramos en muchos puntos de coincidencia y nos dimos miedo una a la otra.
Nos leimos, nos miramos, nos saludamos, nos dijimos amigas sin en realidad serlo.
Sentiste mi mano en tu cintura y sentí tus ojos esquivar los míos.
Sentiste la poesía de mi letra y sentí tu halago.
Sentiste que algo extraño no compaginaba en tu sueño y por días no pude dormir.
Sentiste que yo estaba errada y sentí tu incomodidad.

Entonces llegó el día en que te fuiste sin irte y decidí irme sin dejarte.
Me encerré en el oscuro agujero del rechazo y te coloqué en el mismo lugar donde estabas en otro país y con otra vida ignorante de la mía.

2 comentarios:

fabi dijo...

la casualidad no existe y lo sabes, si estas en su vida o esta en tuya, sea quien sea, sera para aprender algo mutuo.
Buen finde si no hablamos besos sis

Leo dijo...

y saber que te vas y saber que la abstinencia me puede......
a veces hay que ser nuy valiente para vivir pero vale la pena