domingo, 28 de marzo de 2010

Historia de la pensión. (Cap. VI)

Pasaron dos meses y llegó octubre. Recuerdo muy bien que era octubre.
Todo sucedió en el Festival de Rock de Montevideo, fuimos juntas a escuchar a Fito y a Faby Cantilo: “Giro” y un estado de coma. La “maruja” de rigor y la “maría” de primera,entre medio el sexo.

El portavoz de un esperma joven que rompería el encanto de nuestra historia de amor se llamaba Gabriel y tenía 17 años.

Silvia se dejó llevar por sus dudas, su necesidad de averiguar si aún seguía siendo hetero o ya se había recibido de lesbiana. Algo así como probarse a sí misma si continuaba siendo normal o había dejado de serlo.

Yo, ignorante de la situación (por lo general uno termina siendo el último en enterarse de las noticias de tal calibre) terminé tomando cerveza en un bar con Gabriel el cual me parecía simpático, abierto y amante del rock and roll.

Además de tener suficiente dinero para regalar la coca más rica que habría probado en toda mi existencia, Gabriel, tenía carisma para fingir. Fue así que durante dos meses, Silvia, Gabriel y yo fuimos amigos de juergas. El respetaba nuestra relación, ella se comportaba como mi pareja y yo ignoraba que hacía dos meses atrás los chicos habían jugado su propio juego sin invitarme a jugar.



Una noche, luego de que hiciéramos el amor, Silvia rompió en llantos diciendo:

- ¡Juro que no quiero separarme jamás de ti! ¡Juro que si pudiéramos casarnos me casaría contigo! ¡Juro que eres la persona con la que deseo vivir el resto de mi vida! Y ya no me importa saber si soy lesbiana o heterosexual, ya no me importa mi familia ni lo que diga la gente. Quiero ser tu pareja para toda la vida.

Me extrañó sobre manera su confesión pero me sentí inmensamente feliz de escucharla. En aquellos tiempos lejos estaba de mi mente el formar una familia y aún así creía en la existencia del amor eterno.

Esa noche antes de hacer el amor, le había dicho que sabía de sus dudas sobre su definición sexual. Y que si en algún momento sentía deseos de estar con un hombre debía saber que no dudaba de su amor. Dejé en claro mi total apoyo a sus decisiones con una única condición: la honestidad.

Lo que yo no sabía era que no solamente había tomado la decisión de estar con un hombre sino que ya lo había hecho y además había introducido al susodicho en mi vida como un amigo.

En situaciones como estas, nunca falta una tercera o cuarta persona que irrumpa en la escena aportando el dato fiel.
En este caso fue la cuñada de Silvia:

- ¿Ya te dijo Silvia la noticia?- y noté una cierta cizaña en sus ojos.
- ¿Qué se quiere casar conmigo?
- ¡No seas estúpida querés! ¡Cómo si las mujeres pudieran casarse! Además Silvia no es "torta" que lo vayas sabiendo.
- ¡Ah! Claro, la única "torta" en esta historia soy yo. Ella se acuesta conmigo hace un año y me ama y es mi pareja pero no es lesbiana...¡genial!
- Bueno, ese no es el tema. ¿Te dijo Silvia lo que le pasa si o no?
- Pues...lo único que me dijo fue que no quiere que me separe de ella nunca y que si pudiera se casaría conmigo. ¿Qué otra cosa tenía que decirme?
- ¡Pues que está embarazada!

La noticia fue como un puñal por detrás. Inesperado, directo a matar, certero y asesino. Como si la mano que empuñara el arma no temblara ni un segundo.
El dolor se instaló sin permiso y por primera vez en mi vida sentí que literalmente mi espalda, mi corazón, mi estómago se partían en miles de pedazos. La ira cegó mis ojos, la rabia se apoderó de mi mente. Con un solo movimiento tiré todas las cosas que se encontraban sobre la mesa, salté por encima de la silla, agarré del cuello a la vil calaña que con satisfacción estaba clavándome la daga y que si no es por su marido todavía estoy en la cárcel y ella bajo tierra.

La calle no se veía, la calle no tenía ni autos, ni árboles, ni nombres. La calle solo era un camino que me llevaba hasta la Facultad de Derecho y yo corriendo sin tener en cuenta que desde Pocitos hasta el Centro siempre tomaba autobús. Porque la calle se acortó en ese día y yo corría más veloz que todos los vehículos de Montevideo. No importó el salón cerrado, ni los cientos de alumnos sentados, ni el profesor dictando cátedra. Como una fiera enceguecida busqué mi presa hasta encontrarla.
Hubo gritos, llantos, bofetada, rabia, impotencia, dolor.

Luego del estallido de ese día y la desazón de los días venideros logramos reunirnos en un café y hablar tranquilas:

-Te amo Victoria. Y sé que hice mal en no decirte antes mis dudas y mis miedos, pero no lo planee. Las cosas se dieron ese día del concierto. Todos estábamos locos ¿te acordás? Y yo no lo pensé simplemente fue el momento de aclarar mis preguntas. No fue fácil para mi asumir que me había enamorado de una mujer y que quería vivir con ella el resto de mi vida. Yo no soy como tú. Mi vida ha estado siempre enfocada en casarme, tener hijos en el futuro. Mi vida siempre ha sido con hombres. Te juro que solo nos acostamos ese día, no hubo nada más que ese encuentro. Pero quedé embarazada.

- Pero ¿por qué no me lo dijiste?

- ¿Recuerdas cuando lloré y dije que quería casarme contigo? Ese día quería hablar pero tu te me adelantaste y yo ví por primera vez la clase de persona que eres. Pude sentir el amor que tienes por mí. Me estabas diciendo algo que me había estado pasando y que yo tenía miedo de contarte. Me sentí muy mal de no haberme sincerado contigo a tiempo. Las cosas sucedieron así, no las puedo cambiar. Pero quiero tener este hijo. Esta vez quiero tenerlo y quiero criarlo contigo. Y no me importa que no nos acepten, que la gente no entienda. Yo sé que nosotras podremos sacar adelante este hijo. Sería nuestro hijo. Tendrías la familia que nunca tuviste, tu propia familia.

Mi vida pasó ante mí como una película ajena. Mi pasado y mi presente, todo en un mismo momento. Ni siquiera tenía un empleo estable, ni siquiera había terminado mi bachillerato. Yo no sabía ni ser hija ¿como iba a poder ser madre de un hijo que yo no había concebido? ¿Un hijo de una traición? Porque así consideraba yo ese hijo. Podía perdonarla ¡¿pero aceptar el hijo?! No quería perderla pero no estaba dispuesta a hipotecar mi vida por error ajeno.

- Silvia, no puedo. Si quieres seguir la relación conmigo tienes que abortar. No puedo aceptar una vida contigo con ese hijo que no decidimos concebirlo juntas.

- No puedes pedirme que aborte...tú no puedes pedirme eso Vic...no puedes...

Y se deshizo en lágrimas.

Jamás volví a ver a Silvia.
Y yo dejé de creer en la eternidad del amor.

FIN


Nota:

Trece años más tarde a un mes de tomar el vuelo que me llevara a México a “casarme” con la mujer que despertó en mí las ganas de formar una familia, Silvia y yo nos encontramos de casualidad subiendo al mismo autobús. Yo iba a dar a una de mis últimas clases antes de dejar mi país. Ella regresaba de su empleo en una financiera rumbo a su casa.
Nos alegramos de vernos. Me preguntó si había realizado mi viaje por el sur de América le conté que había viajado dos meses al sur de Chile como mochilera, que me había recibido de Profesor en Geografía, que daba clases, que en un mes dejaría Uruguay para no volver en muchos años y que me iba a “casar con un gran amor” en México.
Ella me contó que se había casado tres años después de lo nuestro, que aquel hijo lo había perdido, que ahora tenía tres hermosas niñas y que yo había sido la única mujer de su vida.

- ¿Pregúntame como se llama mi hija mayor? – su sonrisa seguía tan dulce como en los viejos tiempos.

- ¿Cómo se llama tu primer hija?

- Victoria. Se llama Victoria.

(Esta historia fue real)




"Lady in Red" la canción con la cual nos amamos por primera vez y en honor aquel amor comparto con ustedes:


15 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta historia me atrapo. Muy intensa, gracias por compartirla.

maria marta dijo...

Que historia tan intensa, me atrapo desde el inicio. Gracias por compartirla.

vico dijo...

maria marta, gracias por leerla.

Anonima Veneciana dijo...

Me he quedado sin palabras. Este final si que no lo habia imaginado, y no quisiera haber estado en tus zapatos cuando te dijeron,…….. y no ella, que estaba embarazada……..Te imagino como se te debe haber partido el corazón y correr por esas calles hasta la facultad………. No hay nada peor que jugar con el afecto que se da de la manera que vos lo diste………… Es tan fuerte la historia que te agradezco que la hayas compartido. La realidad supera la fantasia………. La escribiste como fuè vivida…….con el corazón en la mano.
Gracias.
Vene

Ale dijo...

Es una historia hermosa...a pesar de lo que pasó...haberse encontrado y enterarte del gesto del nombre de su hija es suficiente para las dos...

Vamos por más! :)

vico dijo...

Anónima, gracias. Sucedió hace tantos años atrás sin embargo contarlo aquí fué volver a vivirlo. Hay veces que escribir duele. En verdad gracias por acompañar la historia.

Ale, no puedo explicar lo que significó encontrarnos tan de casualidad y luego de tantos años. Sobre todo por ser el momento donde yo emprendería mi gran vuelo. La vida es sorprendente. Uno nunca sabe cuando el pasado se cruzará delante nuestro para contarnos cosas. Saber que su hija lleva mi nombre fue el máximo premio de aquella relación.

Gracias por leer la historia y acompañarme en ella de algun modo.

milo dijo...

Me encantó. Muchas gracias por compartir esta historia. La verdad has tocado una fibra muy sensible. ¡Gracias!

vico dijo...

milo, gracias a vos por leer y por dejarme saber tu sentir. En verdad lo aprecio muchísimo.

Sin sus comentarios el blog no tendría tanta vida.
Un abrazo y un gusto leerte.

La voz dijo...

por fin pude terminar de leer esta historia.
la vida entera es una historia surreal, verdad?
uno de mis vicios es leer y luego preguntarme qué haría yo en esa situación.
en esta ocasión creo que me faltaria la valentía de dejar ir un afecto aun a costa de fallarle al amor y respeto que debo sentir por mí misma.
este tipo de dolores transforma el corazón poco a poco en una fortaleza de hierro que golpea con su retumbe el pecho.
tampoco sé si lograría drenar ese eco de años escribiendolo con tanta sensibilidad
gracias por compartir su habilidad para hacer sentir a través de las letras tantas y tan variadas emociones.

vico dijo...

La voz, ¡qué hermoso tu mensaje! no puedo decir más que gracias desde lo más profundo de mi corazón.
Gracias infinitas. En verdad me siento bendecida de recibir vuestros comentarios tan honestos.

Un abrazo.

Anonima Veneciana dijo...

Vico. Me encantó que pusieras a la pequeña Lulú…..no sé, me hizo recordar mis años de revistas compartidas , jajajajja. Después de leer tu historia tan atrapante, vivida, y mezclada con dolor y ausencia ese personaje creo que nos relaja un poco.

Lo mejor para esa pequeña Lulú……
Vene

vico dijo...

Gracias Vene! La pequeña Lulú era una de mis ídolos en la infancia junto a Mafalda. Saludos!

Mayra dijo...

Te aplaudo de pie. Excelente manera de transmitir tan intensa historia.

vico dijo...

Mayra, ¿te aventaste toda la historia? guau! gracias por leer mis letras.

Este es un blog sin edición. Hay mucho para editar aquí. Quizá algún día consiga un editor con el cual trabajarlo pero en realidad la informalidad es lo que caracteriza este espacio.

Esta es una serie a la cual llamo "microbloggaynovela" vendrán otras historias.

Gracias por tus comentarios.

YINA dijo...

Que rica historia Vic! y que rico leerte de verdad...
Yo que tarde me descubrì màs les que hetero y que jamàs use drogas o me emborrache empiezo a sentir que definitivamente me he perdido de una buena parte de mi juventud jaja

Un abrazote desde Perù hasta donde quiera que estes.